Al Quijote se le atribuyen virtudes terapéuticas. "El libro está compuesto en gran parte por las escenas de psicoanálisis entre el hidalgo y su escudero Sancho Panza. Al despertarse, hablan e intentan comprender juntos qué les está pasando", explica la psicoanalista francesa Francoise Davoin, autora de Don Quijote para combatir la melancolía.
La teoría central de la terapia quijotesca se apoya en la necesidad de acoger a los melancólicos en "una tradición más amplia" (algo que ya planteaba el antropólogo Roger Bartra en su libro Cultura y melancolía, de 2001) para que entiendan que no son víctimas aisladas sino que hay una tradición histórica de gente que la ha padecido.
La melancolía fue, durante los siglo XVII y XVIII, unos de los males endémicos entre monjes y artistas. Se cree que la padeció Cervantes y que sería la causa de la locura de Don Quijote. En un tratado de 1621, el cura inglés Richard Burton ya advertía sobre el denominado "humor negro": "Escribo sobre la melancolía para ocuparme y evitarla. No hay mayor causa de melancolía que la pereza, no hay mejor cura que ocuparse de algo". Don Quijote, pendiente del consejo de Burton, abandona el confort y sale a vivir aventuras.
Para Davoin, el libro esconde otra lección en su relación con Sancho. "Uno no puede superar sus traumas solo. Los que fueron a la guerra lo dicen, siempre hubo un amigo que los ayudó a sobrevivir. Necesitamos al otro."
Fuente: Revista Ñ
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