Aunque él confiesa que hubiera preferido que lo declaren "ciudadano ilustrador", ayer el dibujante Carlos Loiseau fue distinguido como Ciudadano Ilustre de Buenos Aires en la Legislatura porteña. Más conocido como Caloi, el humorista fue reconocido por sus 43 años de trayectoria.
Fue en el Salón Dorado de la Legislatura, por iniciativa del diputado Christian Asinelli. Estuvieron la esposa del humorista, María Verónica Ramírez, y sus amigos. También estaban Crist, Hugo Varela, Nelly Omar, Guillermo Fernández y otros legisladores. Todos aplaudieron de pie cuando Loiseau entró al Salón. Y rieron con un video que rescataba las apariciones de Clemente en televisión durante el Mundial 82. Como el cantito del solitario hincha de Camerún.
Caloi recibió su diploma y una medalla: reclamó en su discurso un manual para saber cómo comportarse como ciudadano ilustre. Y se quejó de la existencia de las bolsas de nylon: "Nos mataron. Antes el diario se usaba para forrar el tacho de basura, pero ahora se usan las bolsas. Todavía se envuelven los huevos, quiere decir que el humor gráfico sirve para tener los huevos bien puestos".
"Están reconociendo mi trayectoria, es decir que me consideran viejo", bromeó el dibujante de 60 años. Caloi publicó sus primeros trabajos a los 17, en Tía Vicenta. "Sólo en dos números, porque el segundo decreto del presidente Onganía ordenó cerrar la revista". Después de dibujar para Panorama, Siete Días, Satiricón y Primera Plana, entre otras publicaciones, en 1968 ingresó a Clarín "por un aviso clasificado". Empezó haciendo dibujos para la revista. "En 1973, el diario decidió cambiar las tiras de su contratapa, que hasta entonces compraba afuera, por otras producidas por argentinos -recordó-. Me pidieron que hiciera una y que convocara a más dibujantes jóvenes. Llamé a Fontanarrosa, Crist, Bróccoli y, tiempo después, a Trillo y Altuna, que hicieron El Loco Chávez".
Fue entonces que nació Clemente, que al principio era un pajarito de pico puntiagudo y acompañaba a Bartolo, el maquinista de un tranvía. "Clemente no tiene una definición en la escala zoológica -dice Caloi-. Es un ejemplar único. Está amasado con los valores de la calle de nuestra infancia, que no era peligrosa y acechante como ahora, sino la continuidad de la casa de uno. Sasturain lo definió bien: el humor de Clemente es un humor atorrante y bien porteño".
Mientras en el país se sucedían las dictaduras, Loiseau usó su lápiz para buscar "hendijas donde colar comentarios sobre la actualidad". "Recién producido el golpe de Videla, un señor con voz marcial me llamaba todos los días a las 8 y me decía que me iban a reventar a mí y a toda mi familia -contó-. Por eso tuve que emigrar. Pero lo hice desde Belgrano hacia la casa de mi mamá, en Liniers". Aunque nació en Salta, Caloi se siente tan porteño como Clemente y no hubiera podido dejar su ciudad. Incluso, su personaje le sirvió para librar una pequeña batalla al gobierno militar, en el Mundial 78. Contradiciendo los pedidos del locutor José María Muñoz, Clemente inició una cruzada para que la gente tirara papelitos en la cancha. Y ganó. Ayer recordó la anécdota en el Salón Dorado. "Cuando en la cancha cantaban 'Muñoz, Muñoz, Clemente te cagó', yo estaba asustado", confesó.
Como homenaje, durante toda la semana hay una exposición en el Hall de la Memoria de la Legislatura con sus dibujos. "Antes el ciudadano ilustre no pagaba más impuestos municipales. Eso se suspendió. Ahora, puede ser velado en el Salón Blanco. Están todos invitados a esa ceremonia", convocó entre risas.
En 2004, Clemente fue declarado patrimonio cultural porteño y Loiseau, personalidad destacada. "Ahora voy a ser ilustre -dijo ayer-. Aunque, como me dijo el hijo de Fontanarrosa, esta distinción parece una orden de trabajo: '¡Ilustre, Caloi!'. Y yo voy a dibujar, que es lo único que sé hacer".
Fuente: Diario Clarín.
Fue en el Salón Dorado de la Legislatura, por iniciativa del diputado Christian Asinelli. Estuvieron la esposa del humorista, María Verónica Ramírez, y sus amigos. También estaban Crist, Hugo Varela, Nelly Omar, Guillermo Fernández y otros legisladores. Todos aplaudieron de pie cuando Loiseau entró al Salón. Y rieron con un video que rescataba las apariciones de Clemente en televisión durante el Mundial 82. Como el cantito del solitario hincha de Camerún.
Caloi recibió su diploma y una medalla: reclamó en su discurso un manual para saber cómo comportarse como ciudadano ilustre. Y se quejó de la existencia de las bolsas de nylon: "Nos mataron. Antes el diario se usaba para forrar el tacho de basura, pero ahora se usan las bolsas. Todavía se envuelven los huevos, quiere decir que el humor gráfico sirve para tener los huevos bien puestos".
"Están reconociendo mi trayectoria, es decir que me consideran viejo", bromeó el dibujante de 60 años. Caloi publicó sus primeros trabajos a los 17, en Tía Vicenta. "Sólo en dos números, porque el segundo decreto del presidente Onganía ordenó cerrar la revista". Después de dibujar para Panorama, Siete Días, Satiricón y Primera Plana, entre otras publicaciones, en 1968 ingresó a Clarín "por un aviso clasificado". Empezó haciendo dibujos para la revista. "En 1973, el diario decidió cambiar las tiras de su contratapa, que hasta entonces compraba afuera, por otras producidas por argentinos -recordó-. Me pidieron que hiciera una y que convocara a más dibujantes jóvenes. Llamé a Fontanarrosa, Crist, Bróccoli y, tiempo después, a Trillo y Altuna, que hicieron El Loco Chávez".
Fue entonces que nació Clemente, que al principio era un pajarito de pico puntiagudo y acompañaba a Bartolo, el maquinista de un tranvía. "Clemente no tiene una definición en la escala zoológica -dice Caloi-. Es un ejemplar único. Está amasado con los valores de la calle de nuestra infancia, que no era peligrosa y acechante como ahora, sino la continuidad de la casa de uno. Sasturain lo definió bien: el humor de Clemente es un humor atorrante y bien porteño".
Mientras en el país se sucedían las dictaduras, Loiseau usó su lápiz para buscar "hendijas donde colar comentarios sobre la actualidad". "Recién producido el golpe de Videla, un señor con voz marcial me llamaba todos los días a las 8 y me decía que me iban a reventar a mí y a toda mi familia -contó-. Por eso tuve que emigrar. Pero lo hice desde Belgrano hacia la casa de mi mamá, en Liniers". Aunque nació en Salta, Caloi se siente tan porteño como Clemente y no hubiera podido dejar su ciudad. Incluso, su personaje le sirvió para librar una pequeña batalla al gobierno militar, en el Mundial 78. Contradiciendo los pedidos del locutor José María Muñoz, Clemente inició una cruzada para que la gente tirara papelitos en la cancha. Y ganó. Ayer recordó la anécdota en el Salón Dorado. "Cuando en la cancha cantaban 'Muñoz, Muñoz, Clemente te cagó', yo estaba asustado", confesó.
Como homenaje, durante toda la semana hay una exposición en el Hall de la Memoria de la Legislatura con sus dibujos. "Antes el ciudadano ilustre no pagaba más impuestos municipales. Eso se suspendió. Ahora, puede ser velado en el Salón Blanco. Están todos invitados a esa ceremonia", convocó entre risas.
En 2004, Clemente fue declarado patrimonio cultural porteño y Loiseau, personalidad destacada. "Ahora voy a ser ilustre -dijo ayer-. Aunque, como me dijo el hijo de Fontanarrosa, esta distinción parece una orden de trabajo: '¡Ilustre, Caloi!'. Y yo voy a dibujar, que es lo único que sé hacer".
Fuente: Diario Clarín.
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